El pueblo dan o yacouba está formado por unas 800.000 personas y es uno de los más relevantes de Costa de Marfil y Liberia. Son conocidos por ser grandes artesanos, sobre todo por sus máscaras, que conforman uno de los principales elementos diferenciales de esta sociedad. Estas máscaras van asociadas a las creencias espirituales animistas de los dan, y suelen representar a los espíritus o antepasados que viven en el bosque. El elemento más identificador del pueblo dan es la práctica del ritual de las niñas serpiente.
El Ritual de las niñas serpiente suele celebrarse en comunidades que viven en regiones aisladas y de difícil acceso, en las que la cultura tradicional dan está más preservada. A través del baile, los participantes entran en comunión con la naturaleza y los animales salvajes sagrados, especialmente la serpiente. Con la realización de esta danza, se cree que la aldea quedará protegida por los espíritus animales del bosque.
En este ritual tienen especial importancia las niñas. Un grupo de niñas es elegido cuando son muy jóvenes por el ‘simbo’, el chamán de la comunidad, y son elegidas según sus dotes espirituales y su similitud con el espíritu de la serpiente.
Iniciación de las niñas serpiente
La iniciación de estas niñas comienza cuando tienen unos tres años. Las elegidas son aisladas en el bosque con su mentor durante siete años. Durante este período, aprenden a captar la esencia de la naturaleza, en la forma del alma de la serpiente, y entrenan y perfeccionan la técnica de la danza de la serpiente. En el transcurso del retiro, las niñas están encerradas en una habitación a oscuras, meditando y no se les permite hablar ni comunicarse. Suelen llevar la cara pintada de color blanco con motivos que evocan a animales salvajes y los labios y la zona peribucal de color negro. En la cabeza, llevan un tocado decorado con pelaje animal y cauríes. A los diez años finaliza su relación con esta hermandad y son liberadas para hacer una vida normal.
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Ritual de las niñas serpiente
El simbo, que hace la función de maestro de ceremonias en el ritual, mediante una llamada, inicia la danza de la serpiente. Las niñas acuden a la escena y comienzan a mover su cabeza, como si de una cobra se tratara. Dicen que, de este modo, las niñas entran en trance y son poseídas por el espíritu de la serpiente. La ceremonia está acompañada en todo momento del ritmo hipnótico de unos instrumentos tradicionales de percusión. El ritual ha comenzado oficialmente.
Primero, las niñas se presentan ante el simbo y realizan ligeros contoneos de cadera. A partir de ahí, una a una comienzan las acrobacias, lanzándose a los brazos del maestro de ceremonias y a los de su ayudante. Las niñas controlan de forma muy precisa su cuerpo para mantener el equilibrio durante las acrobacias. En todo momento continúan moviendo su cabeza como una serpiente.
Hay un punto de la ceremonia en el cual las acrobacias se tornan más peligrosas. Mediante el uso de cuchillos, el chamán demuestra que los espíritus están de su lado y que, a pesar de que son acrobacias muy peligrosas, las niñas no van a sufrir daño alguno. Durante todo el acto, las niñas permanecen en silencio y con la mirada perdida.
Por último, el simbo acapara el protagonismo, atravesándose la lengua y las mejillas haciendo uso de finas varillas metálicas con la finalidad de demostrar hasta qué punto el poder de la serpiente le evita el dolor. Se trata de una metáfora de la protección que el espíritu de la serpiente dedicará a toda la aldea.
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© Fotografías de Aníbal Bueno y Jordi Zaragozà Anglès tomadas durante un viaje a Costa de Marfil.
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