La República de Malí, octavo país más extenso de África, es una nación marcada por su orografía. Esta región presenta un destacado gradiente de ecosistemas, desde el majestuoso desierto del Sáhara -que hace las funciones de frontera norte del país-, pasando por las zonas áridas del Sahel, hasta la verde y fértil región sur, bañada por el colosal río Níger. Un río tan brutalmente lleno de vida que parece la autopista principal del país: gente pescando, gente cosiendo redes, gente comiendo en torno a hogueras, gente atravesando el río a nado. Mucha gente. Mucha vida.
La estructura económica de este país del África Occidental se basa en la agricultura y la pesca, y su importancia estratégica lo hizo sede de los tres imperios históricos de la región: el Imperio de Ghana, el Imperio de Malí y el Imperio songhay.
A nivel arquitectónico destaca la ciudad de Djenné, histórico enclave religioso y comercial situado en el delta del Níger y fundado en el siglo IX, con un estilo arquitectónico en base a ladrillos de adobe. Djenné alberga la mezquita de barro más grande del mundo.
Y en relación a los grupos étnicos, cabría destacar al conjunto nómada de los Fulani, que puebla gran parte del Sahel, y por supuesto al pueblo Dogón, uno de los grupos tribales más enigmáticos del África subsahariana, que con sus escarpados poblados junto a la falla de Bandiagara, sus misteriosos bailes de máscaras, su medicina animista y mitología chamánica, han atraído la atención de la mayoría de antropólogos.