Chad /

En Last Places nos gusta describir Chad como el Yemen de África por ser un país de gentes orgullosas, un inmenso territorio ocupado en gran parte de desierto y por ser un destino complejo, bello y apasionante. Chad como Yemen son estados con hoja de ruta propio, paralelos y a destiempo con la aburrida globalización. Chad además estuvo cerrado al mundo hasta hace pocos años lo que le permitió preservar su lado más auténtico, al igual que Yemen.

Joan Riera co-fundador de Last Places viajó a Chad por primera vez en un ya lejano 1998. Por entonces Joan era un joven estudiante de antropología en la Universidad de Richmond, Inglaterra. Por entonces una de sus pasiones –que todavía no ha abandonado- eran los últimos pueblos tribales con cosmovisión y estética propias. Viajó al sur del Chad en búsqueda de las últimas mujeres ‘canard’ en su versión francesa o ‘pato’. Se trataba del pueblo que más al límite había llevado la práctica de perforar el labio superior e inferior de las mujeres como símbolo de belleza y estatus social. Las mujeres de la tribu Sara-Kiabé había sido incluso expuestas en ferias coloniales durante los años 1930s en París como ejemplos de rarezas humanas. La administración francesa prohibió definitivamente la práctica en 1944 y yo pude conocer a las 4 últimas mujeres ‘canard’ con doble plato. Fue una experiencia emocionante y a la vez nostálgica por estar visualizando un mundo que desaparecía.
Tras esa primera experiencia etnográfica Last Places se ha consolidado en Chad y es uno de sus destinos más estimados por la autenticidad del país y el gran potencial viajero tanto en el frente cultural como natural.

Una región con un equilibrio mágico entre lo humano y lo natural es sin duda el Ennedi, una de las joyas que visitamos en Chad durante los meses más frescos entre enero y marzo.

La meseta de Ennedi, al noreste de Chad, es un inmenso desierto de roca y arena que forma parte del gran desierto del Sáhara. Es considerado una de las regiones más inexpugnables y aisladas del planeta, siendo fronteriza con Libia y Sudán.

Los grandes cañones que surcan esta región, sus arcos de roca arenisca, los poblados nómadas diseminados y la fauna de desierto, son los elementos diferenciadores que salpican este monótono y anaranjado paisaje. Junto a los cientos de carros de combate, pertenecientes a la guerra con Gadafi y abandonados a su suerte en este hostil entorno.

Los gueltas (lugares más profundos, a nivel geológico, que contienen agua) son puntos donde los camellos y raros ejemplares de cocodrilos convergen para apagar la sed fruto del implacable clima. Se trata del único refugio para la poca fauna y la flora de la región, así como uno de los lugares más importantes de interacción social para los habitantes de la zona.

Entre los accidentes geológicos que contiene Ennedi destaca el arco de piedra más grande del mundo (Arco de Aloba), el Guelta d'Archei y los impresionantes lagos de Unianga. En relación a la fauna, encontramos: cocodrilos enananos del desierto (Crocodylus suchus), órix blancos (Oryx dammah), zorros del desierto (Vulpes zerda); y según algunas leyendas, también leones del Sáhara y algunas especies de tigre diente de sable.

Adicionalmente, esta región cuenta con pinturas rupestres del Holoceno y con la mayor concentración de población nómada de todo el mundo.

Otro de los grandes atractivos de Chad es el guerewol o gerewol. Se trata de una festividad anual que tiene como punto clave la competición de cortejo de los hombres hacia las mujeres.

Es llevada a cabo por el pueblo Wodaabe (Fula, Funali, Peul o Mbororo), sobretodo en Níger. Aunque es celebrado también en otras zonas como: norte de Camerún, sur de Chad, e incluso algunas regiones de Sudán.

Los Wodaabe son uno de los pueblos más enigmáticos del Sahel. Siendo un subgrupo Fulani, los cuales se distribuyen, en asentamientos nómadas por toda el África central. Wodaabe significa "pueblo de los tabúes", y esto es debido a que tienen un estricto código moral y de conducta (denominado "Pulaake"), que les lleva a valorar la discreción, la paciencia, el sacrificio, la entereza y la modestia. Entre los códigos sociales destacan el no mirar a nadie directamente a los ojos, no cogerse de la mano en público y no llamar a los familiares por su nombre ni de manera personal. Esto hace que sus interacciones sociales parezcan cubiertas de pudor. Su idioma es el Fula y no disponen de escritura, transmitiendo la tradición de manera oral.

Se trata de un pueblo huidizo. Siempre dicen que prefieren mantenerse al margen, y si alguien se acerca a su árbol, se van a otro. Sin embargo, en lo que se refiere a la estética, parecen romper esa timidez y esa modestia. Se autodenominan "el pueblo más bello del mundo", y se decoran con pintura de ojos, multitud de perforaciones en la orejas, tatuajes y escarificaciones faciales; además de con imposibles peinados, en el caso de las mujeres.

En la máxima representación de este orgullo por su belleza, durante el festival guerewol, miles de jóvenes, vestidos con ornamentos y decorados al completo, se reúnen -antes de dispersarse en busca de pastos al comienzo de la época seca- para bailar y cantar en filas, tratando de atraer la atención de las jóvenes casaderas.

Se maquillan utilizando arcillas del desierto, resaltando y mostrando todo lo posible los dientes y los ojos (cuya blanquitud es símbolo máximo de la belleza para este grupo étnico). Ese día, las mujeres deciden con quien entablar una relación, duradera o pasajera, pudiendo mantener relaciones íntimas libremente en el transcurso de esa noche, incluso con hombres diferentes.

Fotos de Aníbal Bueno:
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    Sobre el autor

    Joan Riera

    Joan Riera (Barcelona, 1978) es licenciado en Antropología y Sociología por la Universidad de Richmond (UK). Está especializado en religiones animistas y procesos de recuperación cultural entre sociedades tribales. Cofundador de Last Places, Joan combina la investigación académica con la organización de expediciones etnográficas a los últimos lugares del mundo.

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